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Los columnistas de la panza

     Pues resulta que todo consiste, al parecer, en crearse un nombre sonoro en esos periódicos de Dios, en esos medios del país, y al llegar a cierta altura en tu vida profesional, a ejercer de columnista oficial de algún medio local, que trata de sacudirse su provincialismo a base de fichar –empleando este término futbolero o incluso empresarial- a las llamadas firmas nacionales.

     Una vez instalado en asignación semanal de lujo, en lugar y página destacada, se trata a su vez de ir recibiendo invitaciones a diestro y siniestro de cuanto evento se produzca en la ciudad, que al principio se tomará nota de ellos simplemente leyendo las ediciones atrasadas del propio periódico y poco a poco abriendo las invitaciones que empresas, instituciones y entidades remitirán puntualmente a través de sus servicios de relaciones públicas.

     Para asegurar el interés de uno y otros, semanalmente bastará con destacar en letra negrita nombres y nombres de los que de alguna manera hayan participado en este cotarro que llamamos actualidad. Cada uno se buscará en la versión abreviada del quien es quien a esfera local, citado por tan eximia pluma, que se deshace en ingeniosas frases, por supuesto todas laudatorias, de la fauna local.

     Pero poco a poco el cronista irá descubriendo que, por ejemplo, si cita las excelencias del jamón del Valle de los Pedroches, recibirá en su domicilio un buen ejemplar remitido por la cooperativa ganadera correspondiente, que contribuye así a compensar la publicidad gratuita que le ha brindado la columna del eximio. A ello le seguirá sin duda un elogio a los anisados de Rute, a la carne de membrillo de Puente Genil, a los incomparables aceites de Baena... productos todo ellos que irán llenando la despensa del columnista en razón directamente proporcional a los elogios que le dirija. Bien pronto será investido Capataz de Montilla Moriles, pregonero de cualquiera de las muchas fiestas y romerías que se celebran, hermano mayor de una cofradía, hijo predilecto de algún pueblo cabecera de cualquier denominación de origen o aspirante a la misma, medalla de oro, o bastón de mando, o padrino de alguna especie protegida o qué sé yo qué más cosas puede inventar el aburrimiento local humano.

     Lo cierto es que el columnista actual provincial, lejos de dejarnos aquellos artículos larrianos, o umbralianos –por citar dos extremos- que hasta ahora nos ofrecía la prensa, nos presenta puntualmente listas minuciosas de personas-estómagos agradecidos, y de instituciones más o menos interesantes que precisan del relumbrón constante de los medios informativos. Y favor con favor se paga. De ahí a tener calle propia sólo falta currárselo unos añitos más.

(autorizada su reproducción citando procedencia)